miércoles, 8 de abril de 2015

Hace unos días, Warhol tuvo que despedirse de su juguete favorito: el ojo inflable.
Ya extrañamos el olor a hule que despedía la pupila violeta, y el sonido sedante que
producía la piel del objeto cuando patinaba por toda la casa. Por suerte, nos quedan
los recuerdos. Y, por supuesto, los dibujos. Hasta siempre, ojo inflable. 

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